En senderos deprimentes calmo el dolor que abraza mis huesos
Frío en mi sien, y aquí y allá, nada
Y la noche extrae la sangre que oprime mis venas
Lento, concordante me descubro ante serpientes
Que por esta noche envenenan la sabia que arrancas de mi alma
La serenidad no esta en mis palabras, camino sin pies a la nada
Veo como se derrumban mis brazos y hago nada
Nada, así te llamas…
Que es la niebla que pulsa mis músculos, densa, tortuosa…
Será el vació que produce tu voz al hablar
Lejos, es una palabra que no nos va…
Y estoy perdiendo el sentido, en mi inconciente te he de extrañar
Ya todo se ha ido, mi sangre se quiere envenenar
Con la indiferencia al pasar, con el frío en mi mirar
Con el letargo al actuar, te quiero olvidar
Que fría la promesa y no menos inquietante tu presencia
Me haces fingir calma para no desangrarme ante ti
Para así escudarte en que aún sigues aquí
Tiembla mi cuello con tus frías manos, pero eso no importa
Sé que eres una ilusión aparcada en los brazos de mis venas
Que aún siendo palpable es una forma equivoca de la realidad…
Ya que tus huesos frente a mí no están
Y me quedo tranquilo, ya amanecerá.
Escrito por Javier Abarca Lagos